Por qué soy masón
Por qué soy masón
Por S. H.
La primera y más importante razón es que he podido entender que puedo ser totalmente libre de toda atadura sin dejar de lado la familia, mi pareja, mis hijos, mis padres, mis amigos y por supuesto, a mis hermanos de Logia con quienes también tengo una hermosa familia extensiva.
La Hermandad masónica puede llegar a ser increíblemente íntima pues se obtienen relaciones de amistad a veces muchos más que con mis propios hermanos de sangre. Esto me parece que ocurre por la gran afinidad de criterios y de experiencias que hace que compartamos escenarios que nos convierten con el paso de los días en grandes amigos, aquellos entrañables que posiblemente no se encuentren jamás en ningún otro escenario. En la Hermandad siento respaldo y acompañamiento, no siento jamás soledad o que la sociedad me debe algo, al contrario, en razón a estar en este grupo social, siento que puedo aportarle algo a ella desde el ángulo de mi vida y de mis posibilidades.
Es cierto que no todos nacimos para ser Pancho Villa o Emiliano Zapata, pero sé que siempre podemos a través de nuestro esfuerzo como masones ayudar a edificar personas libres y con una consciencia diferente sobre lo que significa importantes aspectos de la vida nacional como el respeto y promoción de los derechos humanos, la paz, la legitimidad del estado y lo público, de la solidaridad social como deber ciudadano y muchas otras cosas.
En la esfera privada, decía soy una persona libre de ataduras, incluso religiosas. Soy profundamente respetuoso de la libertad religiosa, pero he logrado entender que la vida espiritual es aquella que trasciende la vida religiosa porque puedo sentir y entender que la espiritualidad la puedo vivir en mi hogar, en mi trabajo, en mi Logia, en la presencia de un atardecer o en cualquier escenario que tenga en el día a día.
He comprendido que debo vivir el instante presente y que el pasado lo que puedo cambiar si me enfrento a él de manera distinta, con una nueva comprensión en la que mis errores me han permitido crecer y madurar, con la certeza de que son mis errores lo que más me ha hecho crecer como persona. La Logia me ha entregado el entendimiento de que aunque el tiempo pasa muy rápido, debo estar en el aquí y en el ahora construyendo mi vida, aquella en la que están todos aquellos que he mencionado más arriba y que en esas construcciones alcanzo una profunda felicidad. Entiendo también que el futuro es aquello que disfrutaré por las cosas que hago en el presente y por ello no debe preocuparme.
Como soy Maestro Masón, debo decir también que ayudar a todos a comprender todo lo anterior y las enseñanzas que hemos recibido, es tal vez la experiencia más feliz y más humana que se pueda obtener. Más que convertirme en un ser egocéntrico al que se le deben tributar algún honor, he encontrado que ser útil en mi Logia es el más alto y legítimo honor que un ser humano puede encontrar porque con este trabajo otros logran ampliar y profundizar su propia perspectiva como seres sensibles y conscientes de que en su propia humanidad se encuentran los más grandes secretos de la existencia. O sea, cosas que son de una trascendencia impresionantes y que podemos traer a nuestra existencia de forma muy natural porque lo trascendente es algo natural.
Y aunque suene cursi, encontré que la vida vivida con amor es lo que la hace importante y muy valiosa: una vida de trabajo y servicio por mi familia, mis Hermanos de Logia y por la sociedad. Esto no me exime de las responsabilidades, repito, pero hace que ellas sean algo natural y por lo que bien la pena luchar hasta que el cuerpo aguante. Amar es el verdadero sentido de la vida y tratar de que ese amor sea amplio, profundo y genuino.
Siento desde lo más profundo de mi ser que una vida vivida así como la describo aquí es profundamente satisfactoria.
Por último: los grados y otras cosas que tiene la Masonería los entiendo como una forma de ir atravesando puertas que la Divinidad misma ha puesto allí para que yo pueda continuar con mi proceso de consciencia y que a través de ello pueda ser cada vez más útil y que mi servicio a la humanidad que comparte su vida conmigo pueda disfrutar de nuevos aprendizajes compartidos.
Estoy seguro de que una vida compartida es cien veces más valiosa que una vida solitaria. La vida tiene mucho sentido si lo que haces produce frutos que puedes compartir. Tiene mucho sentido si logras comprender que entre más consciente te hagas, más fácil podrás asumir que en la humanidad todos somos UNO y que UNO somos todos... esa es la esencia de mi felicidad.