
La regularidad masónica desde el punto de vista de los Ritos Egipcios
La regularidad masónica es un concepto fundamental en la masonería, no solo como un marco organizativo, sino también como un principio espiritual que guía el camino del iniciado. Desde una perspectiva espiritual, la regularidad no se limita a la obediencia a normas o estatutos, sino que representa la alineación con los principios universales de la Orden: la verdad, la justicia, la fraternidad y la búsqueda de la luz. Ser un masón regular implica, ante todo, un compromiso profundo con el crecimiento interior y la armonización con las leyes cósmicas que rigen el universo.
La regularidad espiritual en la masonería se manifiesta en la pureza de intención con la que el iniciado aborda su camino. No se trata simplemente de seguir rituales o participar en ceremonias, sino de vivir los valores masónicos en cada aspecto de la vida. Un masón regular es aquel que busca constantemente desbastar la piedra bruta de su ser, eliminando las imperfecciones y acercándose a la perfección espiritual. Este proceso de autotransformación es la esencia misma de la iniciación y el núcleo de la regularidad desde el punto de vista espiritual.
Además, la regularidad espiritual implica una conexión profunda con la tradición iniciática. Los masones regulares reconocen que la Orden es un vehículo para transmitir la sabiduría ancestral, y respetan los linajes y filiaciones que garantizan la autenticidad de las enseñanzas. Esta conexión con la tradición no es un mero formalismo, sino un vínculo sagrado que une al masón con las generaciones pasadas y futuras, creando un puente entre el tiempo y la eternidad.
Desde una perspectiva espiritual, la regularidad también se expresa en la fraternidad universal. Un masón regular reconoce que todos los seres humanos son hijos de la misma luz y que, por lo tanto, deben ser tratados con amor, respeto y compasión. La fraternidad no es solo un ideal, sino una práctica diaria que se manifiesta en el servicio a los demás y en la construcción de un mundo más justo y armonioso. La regularidad espiritual exige que el masón sea un faro de luz en su comunidad, guiando a otros hacia la verdad y la libertad.
La regularidad masónica también implica un compromiso con la búsqueda constante de la verdad. En un mundo lleno de ilusiones y distracciones, el masón regular se esfuerza por discernir lo esencial de lo accesorio, lo eterno de lo transitorio. Esta búsqueda no se limita al conocimiento intelectual, sino que abarca la experiencia directa de lo divino a través de la meditación, la reflexión y la práctica de las virtudes masónicas. La regularidad espiritual es, en este sentido, un camino de autoconocimiento y conexión con la fuente primordial de la existencia.
En conclusión, la regularidad masónica desde el punto de vista espiritual es un llamado a vivir en armonía con los principios universales de la Orden. No se trata de un conjunto de reglas externas, sino de una actitud interior que guía al masón en su búsqueda de la luz. Para quienes abrazan este camino, la regularidad es una oportunidad para trascender las limitaciones del ego y para convertirse en un canal de sabiduría y amor en el mundo. Este compromiso con la espiritualidad es lo que da sentido y profundidad a la experiencia masónica, convirtiéndola en un viaje transformador hacia la plenitud del ser.