Historia de la Masonería en México

Historia de la Masonería en México

La Masonería en México durante el siglo XIX: Ritos y personajes clave

La Masonería llegó a México a finales del siglo XVIII, pero fue durante el siglo XIX cuando se consolidó como una fuerza influyente en la vida política, social y cultural del país. Tras la independencia de México en 1821, las logias masónicas se convirtieron en espacios de debate y organización para las élites intelectuales y políticas. Durante este periodo, tres ritos predominaron: el Rito Yorkino, el Rito Escocés y, posteriormente, el Rito Nacional Mexicano. Estos ritos no solo representaban diferencias ritualísticas, sino también posturas ideológicas y políticas que marcaron el rumbo del México decimonónico.

El Rito Yorkino, introducido por Joel R. Poinsett, el primer embajador de Estados Unidos en México y quien tuvo una nefasta intervención en la pérdida de los territorios en favor de la naci´ón del norte y que sería expulsado del país, estaba asociado con ideas liberales y federalistas. Este rito atrajo a figuras como Vicente Guerrero, quien fue un destacado líder insurgente y posteriormente presidente de México. Guerrero y otros yorkinos abogaban por un sistema político descentralizado y la separación entre la Iglesia y el Estado. Sin embargo, el Rito Yorkino también fue criticado por su cercanía con intereses extranjeros, lo que generó tensiones con otros grupos masónicos, especialmente con los seguidores del Rito Escocés.

Vicente Guerrero, presidente de México
Vicente Guerrero, presidente de México

El Rito Escocés, de raíces europeas, se alineó con posturas más conservadoras y centralistas. Este rito contó con la adhesión de personajes como Lucas Alamán, un influyente político e historiador, y Antonio López de Santa Anna, quien dominó la escena política mexicana durante gran parte del siglo XIX. Los escoceses defendían un gobierno fuerte y centralizado, así como la preservación de los privilegios de la Iglesia Católica, lo que los enfrentó directamente con los yorkinos. Esta rivalidad entre ambos ritos no solo fue ideológica, sino que tuvo consecuencias políticas concretas, contribuyendo a la inestabilidad del México independiente.

La división entre yorkinos y escoceses llegó a su punto más álgido durante la década de 1820 y 1830, cuando las logias masónicas se convirtieron en centros de conspiración y lucha por el poder. Un ejemplo notable fue la caída del primer presidente de México, Guadalupe Victoria, cuyo gobierno fue socavado por las intrigas entre ambos ritos. Esta pugna reflejaba las tensiones entre federalistas y centralistas, así como entre liberales y conservadores, que caracterizaron la política mexicana durante gran parte del siglo XIX.

Guadalupe Victoria (José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix)
Guadalupe Victoria (José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix)

En este contexto de división, surgió el Rito Nacional Mexicano a mediados del siglo XIX, como una alternativa autóctona que buscaba reconciliar las diferencias entre los ritos existentes y adaptar la Masonería a las necesidades específicas de México. Este rito fue promovido por figuras como Ignacio Comonfort y Melchor Ocampo, quienes buscaban unificar a los masones mexicanos bajo un mismo proyecto nacional. El Rito Nacional Mexicano se caracterizó por su enfoque en la soberanía nacional, la defensa de la independencia y la promoción de valores laicos y liberales.

Melchor Ocampo, masón luchador de la República Mexicana
Melchor Ocampo, masón luchador de la República Mexicana

Uno de los momentos más significativos en la historia de la Masonería mexicana fue la Guerra de Reforma (1858-1861), en la que los liberales, muchos de ellos masones, se enfrentaron a los conservadores. Benito Juárez, masón y uno de los personajes más emblemáticos de la historia de México, lideró este movimiento reformista. Juárez, junto con otros liberales como Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada, impulsó leyes que buscaban limitar el poder de la Iglesia y establecer un Estado laico. Estas reformas, plasmadas en la Constitución de 1857, reflejaban muchos de los ideales masónicos y fueron defendidas con fervor por los miembros del Rito Nacional Mexicano.

Maestro Masón Benito Juárez, constructor de la nación mexicana
Maestro Masón Benito Juárez, constructor de la nación mexicana

Durante el Segundo Imperio Mexicano (1864-1867), la Masonería enfrentó un periodo de represión bajo el gobierno de Maximiliano de Habsburgo, quien buscó reconciliar a conservadores y liberales. Sin embargo, tras la caída del imperio y el restablecimiento de la República, las logias masónicas recuperaron su influencia. Benito Juárez, ya como presidente, continuó promoviendo los ideales liberales y masónicos, aunque su gobierno también enfrentó críticas por centralizar el poder. Durante este periodo, el Rito Nacional Mexicano ganó mayor relevancia, consolidándose como un símbolo de la identidad nacional y la lucha por la soberanía.

Masón Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México
Masón Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México

A finales del siglo XIX, la Masonería en México evolucionó hacia una organización más unificada, aunque mantuvo su influencia en la política nacional. Figuras como Porfirio Díaz, quien gobernó México durante más de tres décadas, tuvieron vínculos con la Masonería, aunque su régimen se caracterizó por el autoritarismo y la supresión de disidencias. A pesar de ello, las logias continuaron siendo espacios de encuentro para intelectuales y políticos, contribuyendo al desarrollo de ideas que más tarde influirían en la Revolución Mexicana. El Rito Nacional Mexicano, en particular, siguió siendo un referente para aquellos que buscaban promover los valores de la independencia y la reforma.

Masón presidente Porfirio Díaz
Masón presidente Porfirio Díaz

El legado de la Masonería en el México del siglo XIX es innegable. A través de ritos como el Yorkino, el Escocés y el Nacional Mexicano, así como de la participación de personajes como Vicente Guerrero, Benito Juárez y Melchor Ocampo, la Masonería dejó una huella profunda en la historia política y social del país. Estos ritos no solo representaron corrientes ideológicas, sino que también fueron vehículos para la construcción de un proyecto nacional en un contexto de constantes cambios y desafíos.

En síntesis, la Masonería en el México decimonónico fue un movimiento diverso y dinámico que reflejó las tensiones y contradicciones de una nación en construcción. Su influencia se extendió desde las luchas por la independencia hasta la consolidación del Estado liberal, pasando por la defensa de la soberanía nacional y la promoción de valores laicos. A través de sus ritos y personajes, la Masonería contribuyó a definir el rumbo de México durante uno de los siglos más convulsos de su historia.